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"Releí la carta otra vez desde el principio y la metí en el sobre.
La carta del teniente Mamiya me conmovió de una manera extraña, pero me evocó más que imágenes vagas y lejanas. El teniente Mamiya era una persona a la que creía y aceptaba. Y aceptaba como real lo que él afirmaba que era realidad. Pero palabras como «realidad» o «verdad» tenía para mí poco poder de persuasión. Lo que más me conmovió de la carta era la frustración que se traslucía en cada una de sus frases. La frustración de querer describir algo, de querer explicar algo y fracasar."



Haruki Murakami, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.

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